Mientras me documentaba (un poco, tampoco exageremos) para elaborar los artículos relativos a la polémica con la Barbie ingeniera (#FeministHackerBarbie) y a la reciente obsesión por los culos en la cultura popular (a$$quake) me sorprendió un patrón común que encontré en bastantes artículos relativos a feminismo en su vertiente más pop. Daba por sentado que iba a toparme con la eterna controversia que surge a la hora de interpretar el término y aun así me chocó comprobar como determinadas personalidades (divas de pop-chicle mayoritariamene) hacían especial hincapié en declararse afines a la causa. Me llamó mucho la atención cómo se vanagloriaban expresamente por ello, cómo se afanaban en etiquetarse así en lo que parecía ser más una tendencia de temporada que una convicción de fondo. Quizá sea un debate que se me escapa pero no creo que lo que hacen actualmente Nicky Minaj o Miley Cirus suponga ninguna reivindicación o aporte al respecto pese a que intenten justificar sus "personajes" y modus operandi en el marco de una liberación femenina plagada de clichés. De hecho pienso que representan todo lo contrario: no hay nada más artificial ni prefabricado que una diva de pop-chicle. Ni más peligroso, ya que nos ponemos.
También me suele dejar bastante estupefacto Beyoncé que es lugar de paso obligatorio cada vez que se quiere hablar de cultura pop y feminismo y cuyo posicionamiento me resulta un tanto divisivo, con una combinación de declaraciones acertadas y mensajes contradictorios que se me indigesta. La Superdiva no falta nunca cuando sale a colación el debate (es el icono pop femenino más importante del momento) pero yo la conocí cuando cantaba el Independent Woman en las Destiny’s Child, un tema que reducía todo este asunto de la igualdad de derechos a tener el suficiente dinero para comprar diamantes y anillos. Es complicado pasar por alto este tipo de cosas pero es que esa canción se convirtió en una especie de himno feminista. En serio. Es tan grave que diría incluso que se empezó a perfilar a Beyoncé como icono feminista desde ese mismo momento y actualmente es etiquetada así por personas cuya memoria selectiva debe haberles hecho olvidar el videoclip de Crazy in Love. Tanto da, porque ella no pierde la ocasión de proclamar a los cuatro vientos esa condición (adquirida o no sobre la marcha) de una forma que, como mínimo, me parece bastante desconcertante. Pero algo no puede negársele y es que parte de su grandeza como icono pop pasa por desentrañar esa complejidad en el mensaje que transmite y en sus propias contradicciones, algo por lo que también ha pasado Madonna. Es posible que no se merezca todos los dardos que le lanzamos desde aquí pero, desde luego, esa insistencia suya en dejar bien claro lo f-e-m-i-n-i-s-t-a que es tampoco es que me ayude mucho a centrar una opinión concreta.
También me suele dejar bastante estupefacto Beyoncé que es lugar de paso obligatorio cada vez que se quiere hablar de cultura pop y feminismo y cuyo posicionamiento me resulta un tanto divisivo, con una combinación de declaraciones acertadas y mensajes contradictorios que se me indigesta. La Superdiva no falta nunca cuando sale a colación el debate (es el icono pop femenino más importante del momento) pero yo la conocí cuando cantaba el Independent Woman en las Destiny’s Child, un tema que reducía todo este asunto de la igualdad de derechos a tener el suficiente dinero para comprar diamantes y anillos. Es complicado pasar por alto este tipo de cosas pero es que esa canción se convirtió en una especie de himno feminista. En serio. Es tan grave que diría incluso que se empezó a perfilar a Beyoncé como icono feminista desde ese mismo momento y actualmente es etiquetada así por personas cuya memoria selectiva debe haberles hecho olvidar el videoclip de Crazy in Love. Tanto da, porque ella no pierde la ocasión de proclamar a los cuatro vientos esa condición (adquirida o no sobre la marcha) de una forma que, como mínimo, me parece bastante desconcertante. Pero algo no puede negársele y es que parte de su grandeza como icono pop pasa por desentrañar esa complejidad en el mensaje que transmite y en sus propias contradicciones, algo por lo que también ha pasado Madonna. Es posible que no se merezca todos los dardos que le lanzamos desde aquí pero, desde luego, esa insistencia suya en dejar bien claro lo f-e-m-i-n-i-s-t-a que es tampoco es que me ayude mucho a centrar una opinión concreta.
Estos ejemplos que pongo, que por lo que a mí respecta son operaciones de falsa bandera, me llevaron a descubrir un elefante que tenía delante de las narices. El feminismo, o determinado concepto de feminismo-mainstream-de-laboratorio, más bien, es una tendencia al alza en los últimos años. Es peligroso que un concepto así suponga una moda en tanto que cualquier moda está destinada a remitir, a perder popularidad con el paso del tiempo, y determinadas reivindicaciones no deberían tener fecha de caducidad. Hay aspectos positivos, en cualquier caso, como el impacto que ha tenido el famoso (y excelente) discurso de Emma Watson en la ONU, el éxito de una saga como Los Juegos del Hambre o esa Marvel plagada de personajes femeninos fuertes, por poner algunos ejemplos recientes. De todas formas, no conviene pasar por alto el oportunismo inherente a cualquier producto cultural, ni la capacidad que tiene la Sociedad de Consumo para interiorizar cualquier proclama social, ponerle un lacito y preparar su comercialización masiva. No tener en cuenta esto último también es muy peligroso porque nos hace olvidar de dónde vienen, hacía donde van, o que quieren decir estas “modas” que surgen de vez en cuando...
El libro que quería reseñar hoy se queda justo a las puertas de lo que os cuento en los párrafos anteriores (se editó en 2008) pero ayuda a comprender bastante bien el momento actual y como hemos llegado a él. Feminism and pop culture es un estudio elaborado por Andi Zeisler, co-fundadora del fanzine reconvertido en revista de culto Bitch, cuyo acertado tagline/grito de guerra/declaración de intenciones es A feminist response to pop culture. El libro documenta el impacto que el feminismo ha tenido en la culturar popular de la sociedad americana (y viceversa) desde los años 40 hasta nuestros días, analizando la representación de las mujeres en anuncios, películas, series de televisión y música. Como somos tan deudores, en todos los aspectos, de la cultura norteamericana todo lo que se cuenta resulta tremendamente familiar y aplicable a multitud de polémicas de género y debates que vivimos actualmente en nuestro país.
Lo que expone Zeisler es una historia de avances y retrocesos, de cómo mensajes envenenados y concepciones erróneas del concepto de feminismo impulsadas desde los medios de comunicación, y reflejadas en esa cultura popular, han servido a los intereses sociales del momento para desacreditar al movimiento o darle un impulso en la dirección deseada. El estudio, pese a no ser muy extenso, aporta una cantidad de referencias y datos apabullante y disecciona los usos, costumbres e iconografía representativas de cada época, desde la icónica Rosie the Riveter, pasando por la quema de sujetadores o las recientes y polémicas campañas de “aceptación física” de DOVE. También incide bastante en analizar el papel que han adoptado los medios de comunicación en cada momento histórico, resultando muy interesante el enfoque que se dio a la incorporación al mercado laboral de las mujeres durante el periodo de la II Guerra Mundial o la intoxicada cobertura de los movimientos reivindicativos que surgieron en los años 70 y 80. Y el mundo publicitario, que siempre ha retorcido su mensaje para no perder bajo ninguna circunstancia su porción del pastel, también tiene un lugar destacado en el libro: es ironicamente divertido ver el uso que se ha dado a consignas feministas para vender, y seguir vendiendo, tabaco, maquillaje, aumentos de pecho o lo que se tercie. Todos estos aspectos sirven muy bien para entender el ruido mediático y la controversia que ha generado un concepto, el feminismo, que no debería ser tan difícil de interpretar pero que sigue arrastrando esa tara en la actualidad.
Este repaso histórico me ha parecido interesantísimo, una lectura en la que su autora no solo demuestra un conocimiento muy elevado de todo lo que habla sino que aporta una sección de bibliografía, tanto aplicada a la elaboración de cada capítulo como relativa a los temas que se tratan, impresionante. A modo de anecdota he sentido bastante vergüenza ajena y nostalgia de la mala con los capítulos dedicados a la década de los 90. Puesto que de aquellos barros vienen estos lodos, lo que se nos relata es un periodo muy parecido al actual en lo relativo a los mensajes tremendamente confusos y contradictorios que se lanzan a las mujeres de la sociedad. Lo peor de todo, en cualquier caso, ha sido reencontrarme con dos de los iconos más representativos de un muy mal entendido feminismo como fueron Ally McBeal y Bridget Jones de los que por lo menos podemos decir que el tiempo ha puesto en su lugar (para pasar, en según que casos, a Anastasia Steele... horror).
Afortunadamente el libro es un buen punto de partida para revisitar el pasado, comprender determinados posicionamientos actuales y ampliar conocimientos del tema, siendo en este último aspecto una hoja de ruta de auténtico lujo. Desde luego es de lo más recomendable que ha pasado por mis manos en los últimos tiempos. Os dejo un extracto del prólogo para que veais como se las gasta Andi Zeisler y por qué me ha despertado tantas simpatías:
Afortunadamente el libro es un buen punto de partida para revisitar el pasado, comprender determinados posicionamientos actuales y ampliar conocimientos del tema, siendo en este último aspecto una hoja de ruta de auténtico lujo. Desde luego es de lo más recomendable que ha pasado por mis manos en los últimos tiempos. Os dejo un extracto del prólogo para que veais como se las gasta Andi Zeisler y por qué me ha despertado tantas simpatías:
2 comentarios :
No sé cómo he tardado tanto en leer esto pero ahora me arrepiento.
Me estoy dando cuenta de que con el feminismo pasa como con tantas otras cosas relacionadas con la mujer: hay que sacarle provecho, que se puede vender algo. Estoy deseando hacerme con el libro!
Bueno, yo he tardado un montón en contestarte. La verdad es que este abril está siendo un poco complicado para la página, a ver si retomo el ritmo de nuevo. Creo que lo mejor que puedo decirte es que todos los libros de la Biblioteca Alocada están a tu disposición, así que, ya sabes. Este en concreto me ha fascinado, releo el post y creo que no he hecho justicia a lo alucinante que me ha parecido el libro.
Saludos!
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