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2 abr 2018

#confusefacebook

No se me ha ocurrido a mí. Ojalá:


Porque es tan obvio, estaba tan delante de nuestras narices... que asusta. Asusta pensar en todas las batallas que hemos perdido arrastrando nuestra privacidad por el fango cuando teníamos la sartén por el mango. Sólo había que tomarle un poco el pelo a la máquina y no dejarnos –literalmente- la vida en su muro de las lamentaciones pero, claro, es la paradoja del postureo: que aunque construya una identidad totalmente falsa e idealizada tiene que tener una base real. Tiene que saber dónde vives, qué consumes, quién es tu familia, dónde veraneas, tu ideología política y, por encima de todas las cosas, tu opinión de absolutamente-todos-los-temas-existentes-en-el-Universo. Tu alma por unos likes que al final (oh, sorpresa) sí tenían un coste. Buen momento para recordar ese mantra/canto de sirena iniciatico, aquel es gratis y lo será siempre con el que nos recibían en la puerta de su casa, justo antes de arrojarnos al abismo de esos Terminos y Condiciones de Uso que no leímos.

Facebook morirá, quizá no ahora ni por todo el lío este de Cambridge Analytica pero sigue mutando a un Gigantosaurio con cada vez menos capacidad de reacción. De este escándalo tenemos que recordar a todos esos buitres que han venido a revolotear, que nos juran y perjuran que no son lo mismo mientras chapotean dando saltitos en la sangre que brota de las heridas del futuro cadaver. Porque vendrán otras redes sociales, serán más ágiles, más chachis, más divertidas y a golpe de like o corazoncito o pene con alas, nos minaran todos los datos que puedan metiéndonos el brazo por la traquea. What a time to be alive!