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26 abr 2020

Días de borrasca [víspera de resplandores] (pt. 16)

¿Es que nadie va a pensar en los niños?

Domingo 26 de abril. Mediodia. Cualquier calle de la geografía española.

Pues no, nadie va a pensar en los niños. Y mucho menos sus padres. Ni en los niños ni en nadie en particular porque si alguien tenía algún tipo de confianza en que 43 días de confinamiento nos ayudan a hermanarnos más con el resto de la sociedad y a ser responsables... ¡Ja!

Hoy comienza parte de la desescalada del confinamiento con una medida muy solicitada y que ha generado bastante polémica como es la de permitir que los niños puedan salir a pasear. La polémica se ha ramificado en dos frentes: los ataques al Gobierno (que no supo transmitir las medidas correctamente y, además, tuvo que rectificarlas sobre la marcha) y cierta oposición social entre grupos que consideran que conceder tal "privilegio" a los niños es (tachese lo que no proceda) improcedente, innecesario o injusto. Dichos motivos a su vez los podemos clasificar entre la precaución ante la pandemia/responsabilidad social y, directamente, la envidia cochina, en un debate que suena sospechosamente similar al que ya se dió al principio de confinamiento con aquello de dejar salir a los perretes para hacer sus necesidades.

Personalmente, las medidas, como finalmente han sido adoptadas (limitar las salidas con menores a hacer la compra no tenía ningún sentido), me parecen necesarias y de sentido común. Mi situación es privilegiada porque la Pequeña N (5 años) está comportándose de forma ejemplar y el Pequeño B (8 meses) demasiado preocupado está con los dientes que le están saliendo para plantearse nada más. Y sin embargo ambos necesitan salir por muchas cosas que me parecen obvias pero, sobre todo, porque no pueden entender ni racionalidar la incertidumbre del confinamiento como podemos hacerlo los adultos (evidentemente, quien necesita salir mas es N). Pero puede que mi juicio esté nublado por el mero hecho de ser padre porque he debatido bastante sobre ello durante esta semana con personas que no tienen hijos. Expuesta mi opinión sobre la necesidad me han preguntado mucho sobre lo que iba a hacer (sobre todo tras el anuncio inicial, el de sacarlos de casa unicamente para hacer la compra) y mi respuesta era que no lo sabía, que tenía que ver cómo estaba la situación para decidir.



Y aquí ha entrado en juego un concepto que me enloquece desde que nos confinamos: cómo percibo el mundo exterior desde la ventana del bunker y lo que veo a traves de internet, redes sociales, medios de comunicación, etc.

Si me atengo a lo que he visto en la red durante la mañana de hoy me hundo en la miseria. Mareas humanas de ciudadanos con su prole, familias enteras domingueando (¿pero no era un adulto x hasta 3 menores?), niños en parques corriendo, jugando, apelotonados unos sobre otros... distancias de seguridad en stand-by... ¡familias enteras en la playa!...

No salimos de esta hasta 2021. Confinados para la eternidad.

Son imágenes de vergüenza absoluta, de perder la esperanza en el género humano. No me gusta ponerme la etiqueta de padre porque me parece que las etiquetas generalizan colectivos a granel. Conozco padres estupendos y responsables y auténticos descerebrados y de hecho me hace bastante gracia que me pregunten algo "como padre" porque no se qué se esperarán que represente mas que a mí mismo y mis neuras. Dicha esta parrafada, como padre no puedo entender esas imágenes tal y como me llegan y consumo (habrá mil excepciones y casuísticas particulares que se me escapan). ¿En qué coño están pensando?

Así que querría contaros mi experiencia personal de hoy porque es bien distinta.

¡Preparados para salir!

En un principio no tenía pensado salir hoy con la Pequeña N porque intuía que el primer día iban a producirse escenas como las que he descrito mas arriba. Desgraciadamente creo que entra dentro de lo esperable y, de hecho, si me acojo a mi experiencia personal reciente no puedo olvidar cuando suspendieron las clases el pasado 11 de marzo y el parque situado enfrente del bunker se saturó de niños y abueletes.

Pero durante toda la mañana he visto un escenario muy propicio desde la ventana. Pocos adultos y niños y comportamientos responsables. Una grata sorpresa y un contraste radical con las imágenes y videos que me llegaban al movil. El panorama me ha parecido tan bueno que finalmente me decidí a salir y la cosa no ha ido nada mal. La Pequeña N y servidor nos hemos ataviado a la Mad Max y nos ha acompañado en nuestro pequeño paseo la Paranoia Absoluta para ayudarnos en todo momento a cumplir las Reglas del Coronavirus (tenemos que ir de la mano, no nos podemos tocar la cara, si vemos a un amigo hay que "abrazarle desde lejos", etc). También nos ha acompañado cierta sensación de que estaba haciendo algo mal lo que ha hecho que llevara a la pobre por la calle como si fuéramos a comprar droga. Creo que ha sido una especie de cargo de conciencia por todos esos padres protagonistas de las imágenes del jolgorio y la irresponsabilidad, por salir a la calle al igual que han hecho ellos aunque las circunstancias no fueran las mismas.

Ha sido un paseo muy corto (20 minutos) y extraño porque al ser domingo por la tarde (hemos salido a las estratégicas 16:00 para encontrarnos a cuanta menos gente mejor) el impacto de ver el barrio hibernado, con todas las tiendas cerradas y sin un alma por la calle, me ha parecido que era lo propio del día y de la hora no del contexto actual. Como misión de reconocimiento ha estado bien y ya veremos como resulta el resto de días que salgamos, que no tienen por qué ser necesariamente todos. Si es que podemos salir dentro de una semana porque visto lo visto...

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