Me encantaría deciros que la Semana de Pascua le ha sentado bien a Mundo Alocado pero es justo lo contrario. Personalmente, este pequeño puente de cuatro días sin trabajar me ha venido de perlas para desconectar del estrés laboral diario pero desde este lunes tengo la sensación constante de que no me acabo de despertar del todo. Una mezcla de hastío e irrealidad que me ha estallado en la cara.
Hoy es miércoles y he tenido que verificarlo varias veces a lo largo del día. Afortunadamente tengo un gif para todo. Estoy en este punto:
Hoy es miércoles y he tenido que verificarlo varias veces a lo largo del día. Afortunadamente tengo un gif para todo. Estoy en este punto:
Hablaba el otro día de que sentía que estábamos en la mitad del camino en lo relativo al confinamiento. Una percepción inventada y que no se cuanto tiene de real. Tampoco se muy bien cuando ni por qué empecé a tomar este pasado puente como una tabla de salvamento en medio de esta riada, como si fuera una parada para repostar y afrontar el último tramo. El caso es que creo que ese pensamiento ha modificado mi propia rutina para mal, empezando por invocar miedos de esos que no te cogen de sorpresa porque sabes que están ocultos desde el principio. Pienso realmente que lo peor nos espera al salir del tunel y darme cuenta de que se atisba una luz al fondo me parece aterrador ahora mismo. Debe ser eso lo que ha activado esa mezcla de hastío e irrealidad que mencionaba antes y que ha logrado bloquearme. Aun así, la fortuna/desgracia de Schrödinger: (afortunadamente) quedan menos días pero (desgraciadamente) todavía quedan. O quizá, y en este tramo concreto, piense en esos términos de forma invertida.
Por descontado, y pese al miedo, tengo curiosidad por ver lo que queda de la realidad que conocía. Pero ahora mismo me conformo con sobrevivir a la semana y poder distinguir el día de mañana del de hoy.
2 comentarios :
Cuidado porque la espera, es la vida. No esperes al final de la espera para vivirla. Corremos el riesgo de contraer el síndrome de Hans Castorp, que subió al balneario por unos días y se quedó 7 años en La Montaña Mágica de Thomas Mann.
Personalmente, lo que me hace daño de esta crisis es darme cuenta de que lejos de añorar a otros seres humanos, la soledad se torna adictiva para mí. Soy consciente de los peligros, sobre todo para la gente que amo, de estos tiempos revueltos, pero hay bastante nihilismo, misantropía y amargura en mí, dándome cuenta que me da absolutamente igual mi trabajo, y que ya antes de la crisis, tenía mucho de ermitaño.
Yo estoy teniendo momentos.
Quería pensar que no lo estaba llevando tan mal pero esta semana he descarrilado un poco. No se si ha sido el peso de los días (que hacemos 40 mañana, se dice pronto) o que me ha chocado enfrentarme directamente con la idea de "salida" (y mira que todavía no sabemos cuanto queda ni cómo va a ser...). Hasta ahora el plan consistía en resistir en casa y hacer las cosas con cautela (salir a la compra protegido, actitudes responsables y ese tipo de cosas) pero, claro, esto tiene (que tener) un fin.
Me preocupan muchísimas cosas y se van agolpando por días. Me intento aislar (mas todavía) del mundo exterior pero es imposible. Me está minando el ánimo la crispación política, que se mastica en el ambiente y cómo está quedando el mundo de fuera (mi primer golpe de realidad ha sido que un negocio local que era importante para mí echa el cierre definitivo).
En cuanto a la reclusión en sí, lo que venía pensando de mi trabajo antes (y que se ha acrecentado ahora) y la añoranza de amigos y allegados... son cosas que puedo sobrellevar. Mi entorno parece estar mas o menos bien y espero que siga así.
Muchas gracias por comentar y mucho ánimo! Como mínimo y casi como consuelo, creo que esta vez si es real lo de "what a time to be alive".
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