Año 2014. La cultura popular vive sumida en una obsesión enfermiza por los culos. Más concretamente por la exposición y explotación del trasero femenino en todas sus variantes posibles (e imposibles). Diva del pop: no eres nada ni nadie en este mismo momento si no twerkeas convenientemente, que es algo así como calentar al personal meneando el bullate. El culo es la nueva teta, que dicen los entendidos y su exposición/explotación ha de ser absoluta y masiva para garantizar la colonización efectiva y sin concesiones del imaginario popular. Famosa de tres al cuarto: no eres nada ni nadie en este mismo momento sin un belfie en condiciones, etc. Así y poco a poco se van conquistando posiciones y llegamos a auténticos agujeros negros que absorben universos de tendencias enteros, como todo lo relativo a Anaconda de Nicky Minaj, un disco con, directamente, un culo de portada y con un single cuyo videoclip eleva todo esto de lo que os hablo al paroxismo y a la histeria absolutas. Nótese además su nada sutil mensaje: el video muestra una especie de demencial entrenamiento/demostración de movimientos de pandero cuyo objeto, según observamos, no es otro que hacer un twerking como está mandado al macho de turno. Sumisión disfrazada de caramelito pop de consumo masivo.
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