Llevaba una temporada esperando a ver qué era lo que me hacía salir del letargo y creo que esto ha sido demasiado para mí. El publirreportaje de los Zelensky para Vogue. Pasen y lean y cojan un cubo para vomitar si lo estiman necesario. Humans of late capitalism ahead.
Recapitulación exprés: la revista Vogue (USA) se desplaza a Ucrania para entrevistar al matrimonio Zelensky, con acento expreso en la primera dama, Olena Zelenska. El bastión del estilo y glamour occidentales no escatima en recursos: la entrevista, reportaje y demás parafernalia propagandística irán coronadas por las fotografías de la mítica Annie Leibowitz. Morbo vestido de alta costura con un corsé de romantización conceptual y estética. Un material codiciadísimo con título digno de la mejor peli de tarde que podamos imaginar: "Retrato de valentía". Tiene hasta teaser:
Aquí tenemos el making of del reportaje que la revista Vogue ha hecho al matrimonio Zelenski. En él podemos ver al presidente de Ucrania y a su mujer recreando entre risitas escenarios bélicos en los que han muerto miles de personas. No tienen vergüenza. pic.twitter.com/KtlByAIiB9
— Eleméntal (@ElementalELM) July 27, 2022
Toda esta performance me llegó, con ruido y furia, a través de Instagram. La red social de las fotitos, los stories y el postureo es mi elección actual para tener algo de conexión con la realidad así que cualquiera puede hacerse a la idea del tipo de distopia en el que pienso que vivimos. Inicialmente, y como prácticamente con cualquier cosa que me salte a la yugular por allí, pensé que era un meme. De gusto bastante cuestionable además. Primero como tragedia, después como farsa que diría Žižek. Pero no, el trampantojo de las fotos en (glamourosamente escenificados) decorados de guerra, es real. Todo lo real que pueda ser a estas alturas el simulacro existencial en el que habitamos.
Es posible que esté haciendo una interpretación muy simplista pero en las fotos lo único que veo es pornografía. Percibo una disonancia tan grande entre la inmaculada presencia (maquillada, impertérrita, perfectamente estudiada en su proyección de la dignidad) de los Zelensky sobre el propio fondo escogido en las imágenes como pienso que la hay entre las diferentes realidades que se ven aquí representadas: ellos v. el pueblo. Y no se si el punto en el que convergen la frivolidad y el oportunismo es simplemente un recordatorio de algo inherente a un sistema que para nada nos es ajeno: el privilegio de clase no va a compartir trinchera con el pueblo llano. Aquí puede haber muchos mensajes mas o menos evidentes pero uno de ellos es que si Olena se pone bajo el objetivo de Vogue es porque puede. La Leibowitz no va a desplazarse a Bucha a estudiar desde que ángulo resulta mas atractivo capturar una fosa común para hacerla portada.
La mas indigesta del lote para un servidor. ¡Créditos para Annie! |
Cuestiono algo menos el texto, que igualmente se me atraganta (la frase “(…) Resulta extraño hablar del exterminio del pueblo ucraniano y de la moda de Ucrania en la misma conversación (…)” es de tal autoconciencia que va a cobrar vida en cualquier momento) pero puedo escarbar y vislumbrar alguna buena intención abismalmente sepultada bajo los escombros de tanta mercadotecnia. Digamos que si cierro los ojos fuertemente y niego la mayor puedo ver cierto interés informativo o incluso acierto en el concepto de centrar la visión del conflicto desde la mirada femenina de la primera dama;
aspectos que también pienso que dan absolutamente igual cuando el maridaje con el apartado visual muestra esa desconexión con la empatía de la que hablaba hace unas líneas. La verdad es que su lectura me ha producido una sensación de ajenidad y extrañeza tal que no he sido capaz de terminarlo y sus párrafos y líneas han terminado transformándose en un artefacto de incomodidad que me ha hecho plantearme demasiadas cosas. Lo peor sin duda ha sido confrontarlo con su propia abiogénesis, sumergirme en el caldo primordial de las redes sociales que me han arrojado este tema a la cara y comprobar horrorizado como las percepciones que os he intentado contar por aquí me acercan a posicionamientos de extrema derecha. Mientras hago uso del propio cubo que os ofrecía más arriba intento recitar el mantra de que el ejercicio de la crítica contra Zelensky no convierte a uno en pro-ruso, esperando no acabar mutando en un bot de la alt-right antes de terminar estas líneas.
Sea como fuere, esto no es mas que parte de ese otro frente de guerra que Zelensky ha manejado tan bien desde el principio del conflicto y que es el del relato, en esta ocasión nuevamente representado en su vertiente más pop. Entendido como mera pieza de artillería, este publirreportaje (del que tampoco habría que olvidar que no es el primero que Olena concede a Vogue) no está a mucha distancia de otros constructos que si se percibieron mas acertados como la aparición de Zelensky en los Grammy, en el Festival de Cannes, el concierto de U2 en el metro de Ucrania, el documental que está rodando Sean Penn o la visita de Ben Stiller. Quedándome con este último, es posible que llegados a este punto de la pesadilla todo esto no me parezca mas que una futura secuencia de Zoolander 3. Solo así puedo encontrarle algo de sentido.
1 comentario :
Es terrible, me recuerda a los del presunto intelectual Henri-Levy
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