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23 nov 2018

No puedes vencer a Amazon (1/2)

Amazon y el pequeño comercio [DRAMATIZACIÓN]

Black Friday 2018. Estarás, querido lector, en cualquier otro sitio menos aquí y oye, que muy bien, que las ofertas y el ahorrar y el yo no soy tontismo. ¿Quién quiere dar duros a pesetas? Si yo mismo acabo estas cuatro líneas y me pongo a revisar carritos-de-tiendas-online-petados-de-cosas para ver si ahorro unos euros en cosas que no necesito (pero que quiero ¡qué demonios!). La mayoría de proclamas anticonsumistas que leo estos días son correctas en la base, son necesarias, pero también caen en el moralismo, en el clasismo incluso. En la era del postureo las etiquetas de consumo responsable y apoyo al comercio local lucen de miedo detrás de la almohadilla (#) de turno. "Yo compró en el mercado del barrio y por eso soy mejor que tú, insensible, que compras en las Grandes Superficies… y POR TU CULPA VAMOS A MORIR TODOS!!!” y quizá no te falte razón pero, sosiega, cazador de likes.

Porque nada de esto está mal pero no hay que olvidar que el Sistema™ no deja cabos sueltos. No hay espacios libres de contagio en tanto que mientras te cagas en [INSERTE EMPRESA ULTRACAPITALISTA E HIJADEPUTA AQUÍ], poniéndoles una queja en su página web (“oh!”) o lanzando un tweet incendiario (“whoah!”), lo estas haciendo desde el iPhone que te compraste en el Black Friday del año anterior. ¿Hasta qué punto nos tomamos en serio la denuncia? Es un círculo vicioso y perverso en el que todas las alternativas son malas en mayor o menor medida, así que cuidado con lo de la paja en el ojo ajeno y demás porque todo depende de dónde establezcas las líneas rojas.

En mi caso personal me resulta cada vez más complicado lidiar con Amazon. Es, como digo, una decisión personal: no estoy en posición de juzgar a nadie porque consumo otros servicios o productos con compañías similares y seguramente estaré contribuyendo a destruir el pequeño comercio local, deforestación, invasiones interplanetarias, etc. Todas las cosas que, con razón, me queráis echar en cara. A veces soy más consciente del daño que hago como consumidor y otras menos pero: aquí están mis líneas rojas: no puedo empatizar con este mastodonte que fuerza al límite las reglas del juego capitalista y que ahora (encima) lo hace en la puerta de mi casa como quien dice. La ocurrencia que han tenido para este Black Friday ha sido demencial: resulta que ante la convocatoria de huelga en el almacén de San Fernando de Henares han solicitado que se persone la Policia Nacional dentro de los almacenes para impedir que los trabajadores hagan huelga.


¡Se sienten, coño!


Es una historia alucinante la mires por dónde la mires: me hace bastante gracia el brainstorming que se tienen que traer en las oficinas de Seattle para ver cómo lidian con estos españolitos que les han salido tan rebeldes. Lo próximo será el ejército, supongo. Que se lleguen a plantear hacer este tipo de peticiones (y si cuela, cuela) roza el delirio pero nos da una información muy valiosa de lo que les importa el tejido productivo y las condiciones laborales de los países en los que montan sus sedes. ¡Luego nos quejaremos de que trasladen la producción a Bangladesh!

No obstante, circulen, que aquí no va a pasar nada. Porque no puedes vencer a Amazon, ni este Black Friday ni nunca. Y aquí me dejo un asterisco para continuar este post el lunes que viene (con una historia muy pequeñita: no quiero generar expectativas a nadie).

Que ustedes lo compren bien.

3 comentarios :

estrella dijo...

Para mí, Amazon es el mal necesario. Ya lo único que compro saliendo de casa es la comida, y dame quizás un par de años...

Mycroft dijo...

Comparto cruzada aunque es complicado ser consecuente, como mi caso con Caralibro, de quienes me fui, pero ahora trabajo para ellos indirectamente en plan censor. Un dato. Saben mas de lo que creemos. Paranoia cyberpunk. Distopia.

Sr. Forfy dijo...

Es complicadísimo ser consecuente cuando las dos opciones están TAN descompensadas. Pero cederlo todo a este tipo de monstruos tiene unos efectos secundarios muy jodidos.

El problema es que se han metido ya hasta en la cocina (literal en el caso del Amazon Echo o el Google Altavoz-no-se-que).